miércoles, 27 de junio de 2007

SUSANA ROZAS, "BIOGRAFIA DE PINAR", PROVINCIA DEL ROSARIO, SANTA FE, ARGENTINA




También vi, cómo se abandona, se aleja el pinar que estalló en ojos y escondió todo, porque sabíamos que no ibas a volver, que estabas en ese lugar.
Invadieron, sin ruido multiplicándose permanentemente.
Atestiguaron donde me hallaba cuando me creí invisible, ese sueño eterno.
Iban y venían con distintos nombres, ellos conocen el código para encontrarte pero juegan y no me confían.
¿Sabrás donde perdí la última mirada? ¿El eterno enigma de los ojos secos?
Anduve de reina altiva como si me llevaras del brazo. Los otros creyeron que tenía manos de mármol pero despacito temblaba porque era de nadie.


Una neblina iluminó la respuesta cuando quedé sin palabras ni silencios.
Había perdido a Dios.
Y a los hombres y a las sombras, preludiando la infinitud y las pausas con que la vida nos fue esbozando, ya estabas en mí, con los pinos y las nubes que corren sin destino.
Llegué a verlos...éramos restos de versos
quizás
Ilustración: Ulises James

MARIA CEN, METAFORA CUANTICA, 2007, MEXICO


Terra
conquista todo lo que vibra en su frecuencia.

Pero estar sin mí,
hace que mis pies desafíen la gravedad.

Te contemplo:
la penumbra te resplandece

Busco la ecuación de lo que fuiste o serás:
Nuestra constante y la variante que nos aleja,
el encierro que nos invita a su núcleo incendiario.

Terra
enamora todo lo que vibra en su frecuencia.
Ilustración: Juan Guzzy

lunes, 25 de junio de 2007

RENE VILLAR, POEMAS, MAR DEL PLATA, ARGENTINA


I


donde
las manos en
que vivo
con sus pájaros así
de algo que va volviendo
y llega para
el cuerpo donde
soy

II

las palabras ahí
al lado
el enigma
el dolor
dentro del aire
Ilustración: Ulises James

sábado, 23 de junio de 2007

CAMILO SOLIS, DESHONESTA SENSACION PASAJERA, 2003, MEXICO


Me hundía en asientos de lujo reclinable-confortable indecisión perpetrada por los puntos azules de tonos variados coexistiendo con extraños amarillos dándole presencia al recipiente cilíndrico gas líquido a precio de vino: se cataloga como primera clase. - ¡Ya nos vamos! - escuché anunciar mientras esperaba la llegada del desconocido con quien gozaría veintitantas horas de viaje y Luis García me deseaba feliz navidad.


Por supuesto, aquel encuentro cercano sería encarnado por alguna asquerosa vieja gruñona o un pendejo con cara decente (hasta dos niños son mejores que éstos), y qué me dicen de los rucos cuenta cuentos echándose pedos añejos, o un degenerado enviado del señor predicando entre fervientes lágrimas… eso sí llega al sadismo. Lo idóneo sería deliciosa carne femenina, aunque desgraciadamente inconseguible entre tanta asquerosa probabilidad. Resultó algo inesperado, poco sospechoso, la mejor opción del universo: Soledad, hermosa soledad, tan dulce exquisita pura soledad.


El estúpido refresco parecía indeseado por mi organismo, llevándome a detener los siguientes tragos y sentir más repulsión al escuchar imbéciles anuncios carajientos en las seis malditas teles colgadas del techo, para luego comenzar una película mamonsísima. Ya saben (iu-nou), cine patético. Entonces la mente se refugió inmediatamente entre


Escenas patéticas de la vida cotidiana
I

Sujeto revisando todos sus papeles y cada rincón de su cuarto, pues buscaba un logo irrepetible; efectuó la misma operación varios días, sin salir de casa, volviéndose loco pues porque creyó, jamás sucedería aquella desgracia, nunca hizo una copia, y ahora posiblemente… oh, mierda, acaban de matar a la puta actriz de la película ¿no sería bueno que terminara así, de esa forma? Ponen tanto empeño en fabricar idioteces… pero como iba diciendo, ese imbécil se quedó sin su logo, tan importante para él, tan significativo en la vida que llevaba; incluso la madre le ayudó a buscar su porquería, sobre todo por curiosidad, pues era muy extraño verle así de obsesionado por algo y quería conocer la causa. Inútil; revisar, revisar en todas partes: caja por caja, carpeta por carpeta, libro por libro, libreta por libreta, hoja por hoja….nada. Cuando nuestro protagonista ya experimentaba la resignación, su madre comentó el lado positivo del suceso y éste era que habían aprovechado para ordenar el cuarto pues verdaderamente parecía un caos. Cosas por doquier tiradas, desparramadas; no se encontraba superficie alguna sin contaminación de revistas, libros, carpetas, hojas; sin contar ropa, discos, casets, vasos, videos. En fin, gracias a la desaparición del logo, mucha basura fue extirpada del lugar y lo importante encontraba alojamiento definido. Estas razones eran dichas por la madre, pero el decepcionado hijo no tomaba en cuenta ninguna de ellas; su mente inmóvil, contemplando un cielo más blanco que azul (nacimiento del arte ventanal), acomodándose corpórea sobre la recién evacuada cama, no admitía interrupción al retraerse del mundo aplicado, lo único real eran aquellas enormes nubes deslizándose lentamente…


Entonces la autora de sus días había vuelto a escena ¿o siempre estuvo ahí pero fuera del alcance perceptivo sugestionado por el personaje principal? con varias cosas de plástico las cuales doblando de cierta forma se pueden volver caja, y comenzó un intento de armarla para ir metiendo ahí lo importante que todavía no estaba seccionado. Muy inoportuno: el desconocimiento del proceso transformativo era firme, expresivo, un desagradable rechinido cuando los plásticos hacen contacto, cosa que nuestro resentido protagonista sufría deleitándose por ser esta música de fondo, espléndido toque maestro a tan perfecta escena patética, sin faltar, claro, una frase cumbre, esencial en toda obra gloriosa, superior al olvido - ¡Saca eso de aquí!

En “nunca hizo una copia” el intermedio duró más de lo aceptado.

Esta cosa no se detiene, tengo hambre, las teles flotan sobre mi cabeza, no puedo soñar pero los demás parecen sí poder hacerlo; serán como las diez de la noche y sigo sin compañero, eso es fantástico, me puedo acostar en los dos asientos. Qué aburrido está esto, ni sé por qué escribo (para olvidarte de ti mismo); con una porción de luz encendida, el cristal polarizado del otro extremo envuelve un reflejo vertical que parpadea según los ojos de carretera: es mi rostro negándose a hundir la vista alumbrada por el paseo despierto. Si aquel durmiente acurrucado bajo esa imagen, pudiera verla, quizá le pareciese sombra de su pesadilla.

Ella desea nacer nacer nacer nacer nacer nacer nacer y nacer. Tal vez piensa no haber nacido aún, pero se daría cuenta de la necedad si recordara que nadie pide nacer.

Vaya, hay muy pocas personas aquí, unas diez, y por supuesto sigue vacío el asiento a mi lado, maravilloso. Desde hace rato salió el Sol, me dormí y extrañamente soñaba que sí había dos sujetos a mi lado, uno de ellos me estaba enseñando su zapato, cosa de poco interés para mí - seguramente por eso desperté - y la realidad seguía su lento desplazar. Creo que sería egoísta no mencionar los enormes verdes cerros, los maizales custodiados por postes de teléfono, el cielo acercándose...

Escenas patéticas de la vida cotidiana
II

El joven A llega a casa de B, empiezan a ingerir cervezas al escuchar a dos o tres mujeres hablando de discmans y que regalan agendas regaladas; se empieza a sentir un deseo un deseo variante hacia ellas, es decir: A desea dos, B desea una o quizás dos pero no exactamente las mismas que A, etc. Todo se resuelve cuando A y B abandonan la pieza dirigiéndose a otra justo cuando las mujeres volvían a comentar sobre el no mencionado bebé sorpresa gusto adquirido. Llega un C a donde A y B están embriagándose con vino y fumando mota, dispuesto a ponerse al día, pero C fastidia constantemente a B sin saber éste cómo responder con efectividad pues le distrae la risa ocasional de A; entonces, B opta por agredir físicamente a C (aunque sea dando cachetaditas mariconas), provocando un ligero conflicto entre ambos. A observa angustiado pues, al estar B y C desplazándose con brusquedad hacia diversos espacios del área: teme, perder su vino.

Dos perros se ladran, ambos autos colisionan entre sí, un par de familiares ancianos mueren el mismo mes, dos cerebros van perdiendo equitativamente contacto con la cordura, ambos gay buscan a media noche artefactos para sodomizarse plenamente, cierto par de mujeres envenenan sus criaturas porque no tienen más que ratas para comer, dos ciudades se van intercambiando habitantes y hábitos al paso de los años, ambas sonrisas se encuentran sin conocerse entre las calles estrechas de una ciudad antigua, el par de horas pueden hacer falta para llegar al destino que esperaba con desánimo o tal vez desinterés, dos planetas escapan del movimiento circular colapsándose contra otros en órbita que pierden su curso y así sucesivamente mientras ambos imbéciles lían observados por aquel par de pupilas de quien disfruta un delicioso vino.

Estúpidas teles proyectan estúpidas películas donde discuten estúpidas razones acerca de estúpidas situaciones dadas a estúpidas personas con voces dobladas al español pues, bueno, estúpidas.

Antes de llegar a la ciudad, están las casas y escuelas humildes conviviendo con la naturaleza; te puedes dar cuenta de quiénes son los macizos cuando vez los autos estacionados en dos o tres lugares, pero también pueden ser visitas, y al regresar la vista al interior veo una pasajera joven con enormes senos haciendo caras graciosas mirando su celular - morenita -. Las ruedas suben, bajan, dan curvas forradas de piedras y árboles - lunares le adornan el rostro coronado por un fleco en la frente -, un parque lejano donde los niños juegan cuidados por sus padres: resbaladillas, columpios, aros, arenero, el sube y baja; árboles tan altos que sólo desde aquí arriba puedes verlos por completo, velando por sus hermanos quienes regularmente son asesinados.

No, imposible que estén tristes, ellos son muy sabios, muy viejos para sorprenderse del corazón humano. Y justo cuando estaba más emocionado con el paisaje, escuché alguna impertinente roca de la carretera gritar TU CULO ES MIO escrito en color verde, arrancándome una sonrisa…

…y por fin, ciudad de México.



Parte de este texto fue publicado en el libro, Expresiones emergentes, ICY, 2007

lunes, 18 de junio de 2007

JUAN MANUEL ALFONSI, CUENTO, BAREYTEMA DANAMA, ARGENTINA



A Dardo Festino


Reos del tiempo
Gabriel Avilés


Tal vez
al fin
todo sea un alivio
todo sea un océano
un lugar donde ya no exista nadie.
J.M.A


Nada corría ayer tan ligero por entre los álamos como el viento. Daba la impresión de que el tiempo se hubiera acelerado. Era placentero, sin embargo, permanecer tendido en el pasto oyendo una lluvia falsa.

Había logrado escapar de lo gris por Esmeralda, la calle principal de Praesidiu que luego se destroza en un camino angosto de piedra y polvo. Lo hice en una bicicleta asombrosa, a una velocidad sin burocracias ni semáforos. Las casas, los altos y anchos edificios, las esquinas, pasaban por mi costado rápida y borrosamente, es decir, yo atravesaba el pueblo a gran velocidad, pero el haber permanecido encerrado tanto tiempo me provocaba la sensación de estar detenido en plena huida. Me serenó una paz abrasadora cuando comencé a divisar, debajo del firmamento, la inmensidad del campo, que hoy no puedo imaginármelo sin ellos que creo que también aumentan en tamaño.


Abandoné la bicicleta al costado del camino y me dirigí hacia un monte que casi besaba el cielo en un horizonte de trigo. Me estaba colmando de calma y a la vez me causaba miedo la libertad que sentía mientras caminaba. Había sido tan fácil escaparse del juzgado, robarse una bicicleta, huir. Estuve tan cerca de gozar del tiempo y del espacio como a mi se me antojara… después de tantos años de sentir el alma exprimida en las humedades.


Aunque llegué despacio después de dos horas de serenidad hasta ese monte de álamos, mis pulmones estaban agitadísimos por el aire puro recibido. El viento era insoportable, aproveché entonces para descansar refugiándome en la arboleda. Me tendí boca arriba, cerré los ojos y me dejé dormir por los violines oyendo la belleza de los álamos bailando. Desperté aturdido, al rato, por un silencio fuerte.


Estaba todo inmóvil, la prisa del aire se detuvo de golpe, todavía no sé si parpadeé yo o si el sol desapareció un instante. En ese momento emergió él, de la nada, justo en frente mío, y me dijo: “Soy Bareytema Danama, nacido del instante”, y murió, y sólo ese segundo de vida le bastó para duplicarse en cantidad y en tiempo, permitiéndole continuar con su relato: “Hoy es conmigo el principio del infinito y de lo eterno, mi propósito es ir a la par del universo en su expansión”, y murió nuevamente, pero ya eran cuatro, con cuatro segundos más de vida cada criatura, que eran él mismo.


Su cuerpo (el de todos) era delgado como el barrote de una reja (no media más de treinta centímetros anoche), llevaba los brazos hacia arriba pegados a la cabeza-ojo. “Morirá lo viejo cuando todo lo ocupe! -exclamó- Cuando no sea el aire, sino el espacio de mi especie, cuando no sea el tiempo, sino mi crecimiento, cuando todo lo ocupe, cuando todo sea yo y no sea nada, entonces nacerá lo nuevo”- recitó mientras moría y resucitaba escandalosamente. Carecía de boca. El sonido de la voz le salía por el furioso parpadear de su ojo, un parpadear que apenas se percibía por la velocidad de su lenguaje, que yo descodificaba con una facilidad absoluta, como si mi mente hubiera estado preparada para ese inesperado acontecimiento.


No pude salir del asombro hasta que me preguntó si yo era un ser humano, automáticamente respondí que no, no por miedo sino por vergüenza.


“Lo nuevo será de nuevo el principio?” –pregunté lo más amargo posible.


“Lo nuevo será el principio de algo distinto, -respondió rítmico al instante mientras se sujetaba a una rama suelta que el viento había empezado a empujar levantándola en el aire y alejándolo de mí- “Habrá otros crecimientos, otras especies, pero todos vivirán en mí por que yo estaré en todas partes”


Fue lo último que le escuché decir mientras se multiplicaba en la altura en decenas y decenas dejándose llevar por el tiempo.

Ilustración: Juan Soriano

DARDO FESTINO, POESIA, MAR DEL PLATA, ARGENTINA



Elijo con las manos
la dignidad de un cielo escrito
para que amures el pecho

Extiendo esta viga de sol
para montar el día
sobre el hueso de tu nube

Ofrezco el silencio estricto del obrero
Jerarquía bruta de la piel
donde festejan su agua
los hilos de la escarcha:
la pala dolorida
alza de boca
los restos de tu firmamento

Así
derramo concreto y verbos de granza
en la carpintería del alba

En argumentos de acero
alzo cuevas verticales
Instruyo a los crisoles
con la llama sólida del bardo


Por fin
hecho a la paciencia filosa que da el viento
engarzo la porfía de tus letras
a la zonza voluntad de los muros

Que duerman en poesía

En íntimas cales apagadas
sueña la urbe
el talco de tus lunas


Ilustración: Wiliam Blake

GUSTAVO OLAIZ, UN POEMA, ARGENTINA


Además de Dios eres otra cosa Soledad Davies

en la terraza
de la torre circular
el cadáver desnudo
aguarda buitres

sus ropas se diluyen
en el ácido
y empiezan a olvidarlo

bajan las aves
sirvientes de la muerte
con su misión sagrada
consumición ritual

olores nauseabundos
mueven la severa brisa
desde las bocas sucias

ojos secos
satisfechos
fríos

sacerdotes
apilarán sus huesos
con la osamenta
de los siglos
que soporta
el fino polvo
de la eternidad

aséptico final
en la torre
del silencio
Ilustración: Max Chagall

domingo, 17 de junio de 2007

EUGENIO VALLE MOLINA, MEXICO, POEMA DEDICADO A RAUL RENAN


Bajo el rumor de las campanas
y con un lápiz en la mano
has de venir a mi memoria,
ángel y poeta de ciudad
quien desde el extremo de una mesa
atisbaba mis metáforas.

Tú no eres fantasma temerario
en la noche otoñal de mi poesía,
sino maestro que me guió en el oficio
para encontrar el fulgor
en los jazmines.

Millonario de sueños y de lluvias
llegué de un pueblo lejano
a cultivar en tu compañía
el fruto claro
del ritmo y de la imagen.

Mi voz no sabe ni sabrá, Raúl,
describir las líneas de tu rostro,
pero sí recordar tus consejos
en la práctica del poema
al filo del amanecer.

¿De qué servirían la sonoridad
en las vocales
y el viejo violín del ángel harapiento?
sino para componer una sonata
que concilie mi gratitud y mi cariño.

Desde lo oscuro de mis ojos
y con el corazón humedecido
por la llovizna de Cuetzalan,
digo que tu nombre, es perenne clavel
en las tardes de un junio ya lejano.
Ilustración: Wiliam Blake

JUAN MANUEL ALFONSI, ARGENTINA, POEMA



Los árboles han dejado su pasado
detenido
en la inmortalidad del tiempo
solo las tempestades rejuvenecen su alma


La noche no es más que un pedazo de infinito negro
durmiendo encima de agujeros que se mueren de frío.
Ilustración: Wiliam Blake