sábado, 23 de junio de 2007

CAMILO SOLIS, DESHONESTA SENSACION PASAJERA, 2003, MEXICO


Me hundía en asientos de lujo reclinable-confortable indecisión perpetrada por los puntos azules de tonos variados coexistiendo con extraños amarillos dándole presencia al recipiente cilíndrico gas líquido a precio de vino: se cataloga como primera clase. - ¡Ya nos vamos! - escuché anunciar mientras esperaba la llegada del desconocido con quien gozaría veintitantas horas de viaje y Luis García me deseaba feliz navidad.


Por supuesto, aquel encuentro cercano sería encarnado por alguna asquerosa vieja gruñona o un pendejo con cara decente (hasta dos niños son mejores que éstos), y qué me dicen de los rucos cuenta cuentos echándose pedos añejos, o un degenerado enviado del señor predicando entre fervientes lágrimas… eso sí llega al sadismo. Lo idóneo sería deliciosa carne femenina, aunque desgraciadamente inconseguible entre tanta asquerosa probabilidad. Resultó algo inesperado, poco sospechoso, la mejor opción del universo: Soledad, hermosa soledad, tan dulce exquisita pura soledad.


El estúpido refresco parecía indeseado por mi organismo, llevándome a detener los siguientes tragos y sentir más repulsión al escuchar imbéciles anuncios carajientos en las seis malditas teles colgadas del techo, para luego comenzar una película mamonsísima. Ya saben (iu-nou), cine patético. Entonces la mente se refugió inmediatamente entre


Escenas patéticas de la vida cotidiana
I

Sujeto revisando todos sus papeles y cada rincón de su cuarto, pues buscaba un logo irrepetible; efectuó la misma operación varios días, sin salir de casa, volviéndose loco pues porque creyó, jamás sucedería aquella desgracia, nunca hizo una copia, y ahora posiblemente… oh, mierda, acaban de matar a la puta actriz de la película ¿no sería bueno que terminara así, de esa forma? Ponen tanto empeño en fabricar idioteces… pero como iba diciendo, ese imbécil se quedó sin su logo, tan importante para él, tan significativo en la vida que llevaba; incluso la madre le ayudó a buscar su porquería, sobre todo por curiosidad, pues era muy extraño verle así de obsesionado por algo y quería conocer la causa. Inútil; revisar, revisar en todas partes: caja por caja, carpeta por carpeta, libro por libro, libreta por libreta, hoja por hoja….nada. Cuando nuestro protagonista ya experimentaba la resignación, su madre comentó el lado positivo del suceso y éste era que habían aprovechado para ordenar el cuarto pues verdaderamente parecía un caos. Cosas por doquier tiradas, desparramadas; no se encontraba superficie alguna sin contaminación de revistas, libros, carpetas, hojas; sin contar ropa, discos, casets, vasos, videos. En fin, gracias a la desaparición del logo, mucha basura fue extirpada del lugar y lo importante encontraba alojamiento definido. Estas razones eran dichas por la madre, pero el decepcionado hijo no tomaba en cuenta ninguna de ellas; su mente inmóvil, contemplando un cielo más blanco que azul (nacimiento del arte ventanal), acomodándose corpórea sobre la recién evacuada cama, no admitía interrupción al retraerse del mundo aplicado, lo único real eran aquellas enormes nubes deslizándose lentamente…


Entonces la autora de sus días había vuelto a escena ¿o siempre estuvo ahí pero fuera del alcance perceptivo sugestionado por el personaje principal? con varias cosas de plástico las cuales doblando de cierta forma se pueden volver caja, y comenzó un intento de armarla para ir metiendo ahí lo importante que todavía no estaba seccionado. Muy inoportuno: el desconocimiento del proceso transformativo era firme, expresivo, un desagradable rechinido cuando los plásticos hacen contacto, cosa que nuestro resentido protagonista sufría deleitándose por ser esta música de fondo, espléndido toque maestro a tan perfecta escena patética, sin faltar, claro, una frase cumbre, esencial en toda obra gloriosa, superior al olvido - ¡Saca eso de aquí!

En “nunca hizo una copia” el intermedio duró más de lo aceptado.

Esta cosa no se detiene, tengo hambre, las teles flotan sobre mi cabeza, no puedo soñar pero los demás parecen sí poder hacerlo; serán como las diez de la noche y sigo sin compañero, eso es fantástico, me puedo acostar en los dos asientos. Qué aburrido está esto, ni sé por qué escribo (para olvidarte de ti mismo); con una porción de luz encendida, el cristal polarizado del otro extremo envuelve un reflejo vertical que parpadea según los ojos de carretera: es mi rostro negándose a hundir la vista alumbrada por el paseo despierto. Si aquel durmiente acurrucado bajo esa imagen, pudiera verla, quizá le pareciese sombra de su pesadilla.

Ella desea nacer nacer nacer nacer nacer nacer nacer y nacer. Tal vez piensa no haber nacido aún, pero se daría cuenta de la necedad si recordara que nadie pide nacer.

Vaya, hay muy pocas personas aquí, unas diez, y por supuesto sigue vacío el asiento a mi lado, maravilloso. Desde hace rato salió el Sol, me dormí y extrañamente soñaba que sí había dos sujetos a mi lado, uno de ellos me estaba enseñando su zapato, cosa de poco interés para mí - seguramente por eso desperté - y la realidad seguía su lento desplazar. Creo que sería egoísta no mencionar los enormes verdes cerros, los maizales custodiados por postes de teléfono, el cielo acercándose...

Escenas patéticas de la vida cotidiana
II

El joven A llega a casa de B, empiezan a ingerir cervezas al escuchar a dos o tres mujeres hablando de discmans y que regalan agendas regaladas; se empieza a sentir un deseo un deseo variante hacia ellas, es decir: A desea dos, B desea una o quizás dos pero no exactamente las mismas que A, etc. Todo se resuelve cuando A y B abandonan la pieza dirigiéndose a otra justo cuando las mujeres volvían a comentar sobre el no mencionado bebé sorpresa gusto adquirido. Llega un C a donde A y B están embriagándose con vino y fumando mota, dispuesto a ponerse al día, pero C fastidia constantemente a B sin saber éste cómo responder con efectividad pues le distrae la risa ocasional de A; entonces, B opta por agredir físicamente a C (aunque sea dando cachetaditas mariconas), provocando un ligero conflicto entre ambos. A observa angustiado pues, al estar B y C desplazándose con brusquedad hacia diversos espacios del área: teme, perder su vino.

Dos perros se ladran, ambos autos colisionan entre sí, un par de familiares ancianos mueren el mismo mes, dos cerebros van perdiendo equitativamente contacto con la cordura, ambos gay buscan a media noche artefactos para sodomizarse plenamente, cierto par de mujeres envenenan sus criaturas porque no tienen más que ratas para comer, dos ciudades se van intercambiando habitantes y hábitos al paso de los años, ambas sonrisas se encuentran sin conocerse entre las calles estrechas de una ciudad antigua, el par de horas pueden hacer falta para llegar al destino que esperaba con desánimo o tal vez desinterés, dos planetas escapan del movimiento circular colapsándose contra otros en órbita que pierden su curso y así sucesivamente mientras ambos imbéciles lían observados por aquel par de pupilas de quien disfruta un delicioso vino.

Estúpidas teles proyectan estúpidas películas donde discuten estúpidas razones acerca de estúpidas situaciones dadas a estúpidas personas con voces dobladas al español pues, bueno, estúpidas.

Antes de llegar a la ciudad, están las casas y escuelas humildes conviviendo con la naturaleza; te puedes dar cuenta de quiénes son los macizos cuando vez los autos estacionados en dos o tres lugares, pero también pueden ser visitas, y al regresar la vista al interior veo una pasajera joven con enormes senos haciendo caras graciosas mirando su celular - morenita -. Las ruedas suben, bajan, dan curvas forradas de piedras y árboles - lunares le adornan el rostro coronado por un fleco en la frente -, un parque lejano donde los niños juegan cuidados por sus padres: resbaladillas, columpios, aros, arenero, el sube y baja; árboles tan altos que sólo desde aquí arriba puedes verlos por completo, velando por sus hermanos quienes regularmente son asesinados.

No, imposible que estén tristes, ellos son muy sabios, muy viejos para sorprenderse del corazón humano. Y justo cuando estaba más emocionado con el paisaje, escuché alguna impertinente roca de la carretera gritar TU CULO ES MIO escrito en color verde, arrancándome una sonrisa…

…y por fin, ciudad de México.



Parte de este texto fue publicado en el libro, Expresiones emergentes, ICY, 2007

3 comentarios:

Anónimo dijo...

CHIDO TEXTO COMO MIS VIVENCIAS EN LA DOSIFERA CIUDAD DE TENOCH
GREÑAS

Anónimo dijo...

ya deja de publicar tus mamadas camilo, minimo no pongas que publicaste en expresiones emergentes por verguenza jajaja

Anónimo dijo...

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